Estoy frente a un lienzo blanco sin saber exactamente cómo expresar todo lo que me pasa por dentro.
El otro día, una muy buena amiga mía, me dijo que yo era una persona que se guarda todo y que en cualquier momento estalla. Sí, toda la razón. En esta ocasión todo es muy diferente, todo se complica. Y he llegado al punto de inflexión en el que no sé si reprimir lo que siento por que es lo correcto o si actuar por una vez en función de mi felicidad sin pensar en daños a terceros.
Quiero ser esa persona en la que piense por las mañanas y con la que se vaya a dormir. Quiero ser la única. Quiero compartir más tardes de risas.
Quiero, quiero, quiero... no sé ni lo que quiero, porque ni siquiera sé si puedo tenerlo.
La verdad de todo esto es que tengo miedo. Miedo a volver amar, a volver a sentir.
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