Siempre escuche eso de que el primer amor nunca se olvida. Que las primeras cicatrices tardan tiempo en curar y que los recuerdos siempre estarán ahí.
Ay, amigo, y qué gran verdad aquella.
Supongo que estos días he dedicado algo de tiempo a pensar en todo lo que había cambiado en mi vida en tan sólo un año. Idas y venidas, alegrías y decepciones, enamoramientos y corazones rotos. Y corazones rotos.
Me hace mucha gracia cuando siempre después de una ruptura te dicen que te quedes con lo bueno y con todo lo que has aprendido- lo que no se dan cuenta es que durante los próximos meses sufrirás unos efectos adversos de aquella droga de la que no te podías desprender.
Yo he dejado de ser aquella niña inocente que todo lo creía. Ahora vivo con miedo. Con miedo a ilusionarme, pues toda ilusión finalmente viene acompañada con una decepción. Vivo con una tremenda inseguridad y me cuesta creer que alguien llegara a quererme de verdad- al fin y al cabo soy muy poquita cosa.
Quizá nunca volvamos a ser lo mismos o quizá sí. Quién sabe. Puede que un día cuando menos te lo esperes aparezca alguien que te cambie todos los esquemas. Y, no sé, tal vez con el tiempo vuelvas a recuperar la confianza, vuelvas a recuperar esa confianza de que todo saldrá bien, de que te quiere y de que se quedará a tu lado.
A lo mejor.
Con el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario