Ayer tuve la gran suerte de conocer a alguien que me animó a ver de nuevo este blog. Qué os voy a decir, me sorprendí bastante con las cosas que escribí dos años atrás. Me reía con él a la vez que lo leíamos pues, no me acordaba ni del por qué de las entradas que publiqué. Qué irónico todo. De lo único que sí que me acuerdo es de la gran importancia que dí a aquellos "problemas" a la hora de escribir todo ello. ¿Y ahora qué? Ni me acuerdo del por qué.
Todo esto me lleva a una sencilla conclusión. Damos demasiada importancia a las cosas que nos ocurren. Damos demasiada importancia hasta llegar a un punto en el que dejamos de disfrutar de nuestro día a día. << No me llama, no me quiere, no me escribe, no me ha avisado de quedar, suspendí un examen, blah blah blah. >> Pregúntate si todas estas pequeñas cosas las recordarás en unos meses, en unos años. La vida es mucho más simple de lo que nosotros pensamos. Nosotros somos como los directores de una película en la que complicamos demasiado la trama y la interacción de los personajes.
Esto no es todo. Y es que gracias a él, me di cuenta de que quién era yo hace dos años ya no está. Supongo que por todas las cosas que han ocurrido, por todas aquellas personas que entraron y salieron de mi vida, por todas esas heridas que se han ido cerrando con el tiempo, por todas esas personas que me hicieron ser quién soy ahora.
Adiós al yo insegura, dependiente y con miedo al qué dirán. Hola a la nueva versión mejorada de mi. Hola a mi yo segura, independiente, y sobre todo a mi yo feliz pese a todas las cosas.
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