viernes, 31 de mayo de 2013

La peor culpabilidad: Fallar a alguien que lo es todo para ti.

Según pasan los años, me voy dando cuenta de que al final siempre acabo fallando a la gente que me importa. No sé cómo lo hago pero siempre decepciono a esas personas que siempre han estado ahí. No os podéis imaginar cuánto me consume y me auto-destruye. Es tener la sensación de que por mucho de que intentes hacer las cosas bien, al final acabas jodiéndola. Con ello, viene el nivel de culpabilidad en el que te planteas si de verdad esa persona te merece. Y gracias a esas rayadas diarias, viene contigo ese insomnio permanente- noches sin dormir en las que te preguntas qué está mal contigo, qué hacer. Te sientes perdida, sin un rumbo fijo. Vives con el miedo de volver a fallar a esa persona, pero con la diferencia de que esta vez se irá. Mientras tanto, disfrutaré de cada una de las personas que están a mi lado- aunque en un tiempo se vayan.



miércoles, 29 de mayo de 2013

Nos conocimos por alguna extraña razón

A medida que pasa el tiempo, la gente va y viene. Cada una de ellas cuando se va, te deja algo. El problema es que tú en el momento no lo quieres ver, solo te quedas con el dolor que está dentro de ti al ver que esa persona se ha marchado para no volver más. Y aquí entro yo, con mi peculiar manera de ver las cosas de una forma optimista.
Si de algo he aprendido es que cuando las cosas están mal lo peor que puedes hacer es lamentarte por ello. No. Tienes que aprender a vivir con los errores que has cometido, pero sobre todo con lo que has aprendido de ellos. Cuando una persona entra en tu vida, tú te siente diferente. Tienes esa sensación de que tienes que demostrar esa parte de ti, que te tienes que dejar conocer. Por ello, siempre tienes esas ganas de permanecer a su lado para conocerle más. Cuando el tiempo pasa y ya conoces todo de esa persona, te empiezas a cansar y al final te acabas yendo de su lado. Es por esto, que las personas que ya conocen todo de ti y te aceptan tal y como eres, se quedan junto a ti. No importa lo malhumorada que estés, o lo insoportable que a veces te pongas, porque tan solo unos pocos se quedan. Por ello, tienes que aprender a cuidarlos y a dar las gracias por la suerte que tienes de que no se hayan cansado y se hayan ido. Yo afortunadamente tengo la suerte de tener a cuatro personas increíbles a mi lado. Cuatro personas que han estado a mi lado en todo momento, en las buenas y en las malas. A esas personas, les doy las gracias, mis más sinceras gracias. A los demás que han pasado por mi vida y se han acabado yendo, también les doy las gracias. Gracias a ellos me he hecho más fuerte y aprendí de cada uno de ellos.





Amante de los pequeños detalles

Desde que era tan solo una enana, me enseñaron a apreciar las cosas buenas de la vida. A lo largo de todos estos años, me he ido formando como persona, he ido aprendido de mis errores. Y a día de hoy, con mis 16 años de vida puedo decir que soy una persona con bastante suerte. Aprendí a vivir de mis ilusiones, de mis sueños. ¿Y qué queréis que os diga? Yo soy feliz y eso nadie me lo puede quitar. Soy de esas que valora mucho más un pequeño detalle. Creo que esos detalles son los que marcan la diferencia de las personas o de cualquier relación. Sin embargo, se está perdiendo la tradición de sorprender al otro con un simple detalle. Y en realidad, es una pena.¿Pero qué se puede hacer? Por mucho que quiera encontrarle una solución a las cosas, me temo que en esto poco se puede hacer. Depende mucho de la persona y su personalidad. Aunque siempre se puede hacer un esfuerzo por valorar esos pequeños detalles. Pero mientras tanto, yo seré feliz con cada una de esas pequeñas cosas que me sacan una sonrisa en mi rutina.