A medida que pasa el tiempo, la gente va y viene. Cada una de ellas cuando se va, te deja algo. El problema es que tú en el momento no lo quieres ver, solo te quedas con el dolor que está dentro de ti al ver que esa persona se ha marchado para no volver más. Y aquí entro yo, con mi peculiar manera de ver las cosas de una forma optimista.
Si de algo he aprendido es que cuando las cosas están mal lo peor que puedes hacer es lamentarte por ello. No. Tienes que aprender a vivir con los errores que has cometido, pero sobre todo con lo que has aprendido de ellos. Cuando una persona entra en tu vida, tú te siente diferente. Tienes esa sensación de que tienes que demostrar esa parte de ti, que te tienes que dejar conocer. Por ello, siempre tienes esas ganas de permanecer a su lado para conocerle más. Cuando el tiempo pasa y ya conoces todo de esa persona, te empiezas a cansar y al final te acabas yendo de su lado. Es por esto, que las personas que ya conocen todo de ti y te aceptan tal y como eres, se quedan junto a ti. No importa lo malhumorada que estés, o lo insoportable que a veces te pongas, porque tan solo unos pocos se quedan. Por ello, tienes que aprender a cuidarlos y a dar las gracias por la suerte que tienes de que no se hayan cansado y se hayan ido. Yo afortunadamente tengo la suerte de tener a cuatro personas increíbles a mi lado. Cuatro personas que han estado a mi lado en todo momento, en las buenas y en las malas. A esas personas, les doy las gracias, mis más sinceras gracias. A los demás que han pasado por mi vida y se han acabado yendo, también les doy las gracias. Gracias a ellos me he hecho más fuerte y aprendí de cada uno de ellos.
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